Estaba hecha de miedos y sonrisas. Y es que no había día que no sonriera mil veces y aún así los fantasmas le perseguían.
Qué risa tan graciosa tenía.
Qué delicada parecía, y tan sencilla, como esos platos en los que pone "listo para servir", sin mayor complicación.
Y qué mentira, era un huracán dentro de un laberinto sin salida.
Alguien imposible de domar.
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