miércoles, 28 de diciembre de 2016

El hielo también quema.

Fría. De esas que no muestran los sentimientos. 
De las que se intentan hacer las fuertes. 
Distante por miedo a romperse, o a que la rompan. 
Sonríe - y se ríe - pero sabe que de ahí a ser feliz hay un gran trozo. 

Con los años aprendió a disfrutar de la vida. 
Canta en la ducha y cuando estaba sola en casa, por si alguien la escuchaba. 
Hace planes sabiendo que tres de esos cinco no llegarán a suceder, y ya ha elegido el nombre de sus hijos, sin saber que el futuro a tan largo plazo es muy incierto. 
Se frota los pies cuando tiene frío, pero tienes que haberla visto diecisiete semanas enteras para darte cuenta de eso. 
Las pulseras de la suerte en la muñeca, por si algo iba mal. Los gatos negros la daban suerte. 
Tenía tantos lunares que podías pasarte una noche entera contándolos y aun así te dejarías alguno escondido. 
Solo la tenías que(rer) demostrar un poco para que te lo diera todo. 
Le encanta escribir, y devorar libros. Imaginar historias. Y había una frase que le beneficiaba más que todos aquellos perjuicios que ella creía que tenía: 

"la llamaban fría, pero no sabían que el hielo también quema". 

Y un día a escondidas se derritió, sin principios ni finales, sólo había que congelarla para que existiera de nuevo. 


domingo, 14 de agosto de 2016

Sonreía y ella le miraba.
Con el tiempo había comprendido que no hay nada más bonito que la armonía entre dos personas
(después de un caos tan grande).

miércoles, 6 de julio de 2016

Y ella se echaba a reír.

Que los momentos no vuelven, le decía. 

Y ella se echaba a reír como si supiera que al final todo acaba volviendo,

 incluso aquello que no queremos.


miércoles, 22 de junio de 2016

El ser humano es masoca por naturaleza.

El ser humano es masoca por naturaleza, desde el primer minuto de su existencia, pues para dar signos de que está vivo, llora. 

Está claro que desde ese momento todo lo que pueda venir va a estar unido a las lágrimas. Claro está que pueden ser también de alegría, pero aún así siempre acabamos llorando, y en el fondo, aunque sea una de las mejores vías de escape que tiene el cuerpo humano, es bastante triste. 
Pero no solo somos masocas por el hecho de llorar, más o menos, dependiendo de las personas, lo somos en muchísimos más sentidos, como esa típica frase de 

"lo que más nos gusta o engorda o está prohibido"

Si sabes que está prohibido para que te gusta, evítalo, no caigas en tentaciones, huye. Pues no, nos quedamos ahí quietos mirándolo como si un día todo fuera a cambiar. 
Y quizás sí, puede que un día todo cambie, quien sabe, pero mientras tanto somos más los que damos mucho sin recibir casi nada a cambio y no aprendemos. De los que damos ocho oportunidades porque no creemos en eso de que a la tercera va la vencida, y así nos va, felices por fuera y rotos por dentro. ¿Y por qué? Por no saber poner punto y final a las cosas antes de que nos acaben destrozando completamente. 

Cada día estoy más convencida de que deberían dar clases para saber hacernos felices a nosotros mismos sin depender de nadie más, y que en realidad la vida no nos tendría que enseñar primero a como complacer al prójimo. Creo que desde que nacemos nos merecemos ser felices (casi) siempre, por nosotros mismos y ya si eso por los actos que nos ofrezcan el resto de personas. 


Está claro que la realidad nada tiene que ver con estas líneas, seguiremos dando más de lo que debemos por personas que sólo lo valoran cuando ya es tarde; pensaremos que la felicidad es cosas de dos, de tres o más, no de uno; estaremos convencidos de que llorar es de valientes, pero yo creo que es más valiente aquel que casi no llora porque ha sabido jugar bien sus cartas; y lo más importante, que es algo que siempre se nos olvida, tenemos que saber valorar las pequeñas cosas de la vida, ahí está la verdadera esencia de ésta. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Aunque estemos quietos, el mundo va a estar girando bajo nuestros pies. 
Y aunque no tengamos la intención de hablar, un simple gesto basta para escribir todo un libro. 
A veces una pisada en un campo lleno de nieve es el acto más valiente de toda una vida, por el simple hecho de haber dejado huella. 
El momento en que saltas, mientras bailas en un bar lleno de gente, y la nada te sostiene, con el miedo que le produce al chico que está a la izquierda de que caigas fuerte y al poner los pies en la tierra te hagas daño. 
Como el simple hecho de cruzar la puerta del portal y gritarte muy fuerte y muy adentro: 
¡Hoy va a ser mi día! 

sábado, 5 de marzo de 2016

Simple y complicado.

A veces la gente necesita ser el punto de la exclamación en un mundo donde las exclamaciones se han divorciado de sus puntos. 
Es extraño como el ser humano siempre elige la opción más difícil, aunque tenga para elegir cinco caminos sin piedras, ni barrancos, ni alturas. Pero es quizás eso lo que mantiene viva la llama que llevamos dentro y que le da cuerda a la vida. 
Normalmente no buscamos la monotonía, sino cosas nuevas que le hagan al corazón ir un poquito más rápido. ¡Y qué tontería! A veces esa sensación la encuentras en una persona de la cual conoces hasta la ubicación de todas sus pecas. 
Ojalá nuestras vidas se resumieran en que una persona nos haga temblar, hasta las pestañas; dos nos dieran casa a corto plazo; tres escuchen nuestros problemas; cuatro nos obliguen a salir; cinco nos hagan cosquillas; seis se acuerden de ti todos los días y siete nos hagan reír hasta llorar. 
Y así, hasta que nos salgan canas. 

viernes, 26 de febrero de 2016

Fdo: la amiga borde.

Me han parado a reflexionar, no sé muy bien ni cómo ni porqué, pero he llegado a la conclusión que la mayoría de las veces sólo sabemos ver el lado malo, tanto de las cosas como de las personas. 
Hoy me han vuelto a definir como "la amiga borde".
Llegados a este punto de mi vida me resulta insignificante que me definan como borde por tener carácter, por decir lo que pienso, por no ser una falsa a la hora de poner buenas caras cuando no apetece, o cosas por el estilo. Y a pesar de estar ahí para las personas que te importan, para lo que sea o cuando sea, de bailar sobre la mesa del salón, de cantar las veinticuatro horas del día por casa, de contarle tu vida a un señor para que te regale una rosa de plástico fea, de reírte de tus problemas, sobre todo de los más gordos y serios, o de ser la mala cuando haces cosas por los demás (que más bien la mala te puedes definir como la tonta), al final te acaban definiendo como la amiga borde. 
Es gracioso ¿no? que lleguemos a definir a las personas por su lado oscuro. Los ejemplos son múltiples: sí, tu amiga la zorra, el chaval mujeriego, la tía cotilla, el chico pasota, la amiga borde. 
Y ya puedes preocuparte por un amigo cuando está mal, estar pendiente de él, hacerle favores, escuchar sus problemas, decirle después de tres o cuatro meses, oye ¿quedamos para tomar algo? aunque luego te de calabazas, a pesar de que seas tú la que se preocupa el 90% de las veces de estar un rato juntos, que tú vas a seguir siendo la amiga borde. 
Pues bueno, después de casi veinte años seguiré siendo la amiga borde, pero al menos con el tiempo he aprendido a decir lo que pienso, a luchar por lo que quiero y a reír con las personas que de verdad lo merecen. Porque, al fin y al cabo, "los amigos se cuentan con los dedos de una mano", y le dices esta frase a tu amiga a las cuatro de la noche mientras os tomáis un colacao con cereales.










Fdo: la amiga borde.