domingo, 15 de febrero de 2015

Aunque nos parezca imposible.

Hacía mucho que no me pasaba por aquí, y ahora me doy cuenta de cómo han cambiado las cosas. Por mucho que nos joda no somos los mismos, ni seguimos con los mismos. Hemos cambiado tanto que incluso mirar atrás nos da miedo. Y es que muchas veces, no sabemos lo que tenemos hasta que lo hemos perdido. Que lástima no luchar por ello. O no recordar esos pequeños detalles que te marcan para siempre, ni darte cuenta de todo lo que una persona puede hacer por ti. Y es que los mejores amigos son esos que te dicen las cosas a la cara, aunque te enfades, porque sabes que es lo mejor para ellos. Que las verdaderas promesas se dicen en silencio y se cumplen todos los días. Así como los te quieros son más sinceros cuando se dicen a los ojos, que cuando se escriben, y se demuestran siempre, en las buenas y sobre todo en las malas.
365 días para recordar y quizás te quedas con los momentos más tontos, porque son esos los que te sacan una sonrisa. Los planes improvisados, las borracheras de tranquis, las risas que acaban con lágrimas. Y es que en una simple carcajada puedes cambiar tu mundo, y aún muchos de nosotros no nos damos cuenta.
Ojalá supiéramos manejar el futuro, aunque para muchos es mejor saber manejar el presente, y dejar de lado el pasado para siempre. El que no arriesga, no gana, y la mayoría de las veces perdemos por no arriesgar. Nunca sabremos de lo que somos capaces si no lo intentamos, como tampoco sabremos lo alto que subiremos si no saltamos.
Porque conservar lo que quieres y ser feliz todos los días de tu vida es algo, que a día de hoy, lo encontramos imposible. Desaprovechamos momentos que pueden ser perfectos y los convertimos en eso, solo momentos. Así como desaprovechamos personas que pueden ser perfectas y nos quedamos con las que menos se lo merecen. Ya se sabe que nos engancha eso que nos hace daño, ignoramos a los que están dispuestos a darlo todo por nosotros y nos quitan las horas de sueño aquellos que nos ignoran.
Porque ojalá vivamos siempre con una sonrisa en la cara, y nos riamos por todo, aunque hace diez minutos hubiésemos estado llorando. Pero lo más importante de todo es que ojalá aprendamos a dejar de ser tan orgullosos y pedir perdón cuando nos hemos equivocado, porque eso es luchar por lo que queremos, aunque nos parezca imposible.