domingo, 28 de junio de 2015

Rompiendo también se puede ganar.

Nunca hemos sabido disfrutar de los pequeños momentos, de las pequeñas cosas. La sociedad nos ha convertido en personas materialistas, personas que valoran más el día de su cumpleaños por los regalos que obtenemos, que por los momentos que vivimos. ¿No es mejor una fiesta sorpresa con todas las personas que quieres, que algo caro y de marca?. A veces me asusta pensar el tipo de personas en las que nos hemos convertido. Hemos cambiado los momentos, las sorpresas, los gestos, los actos, los hechos, por dinero, codicia, cosas caras, viajes millonarios, casas de revistas. Y en vez de querernos a nosotros mismos, hemos decidido crearnos para gustarle a la sociedad. Hemos perdido más por el miedo a perder que por hacer las cosas, y hemos preferido dejar los momentos pasar con un "da igual, ya habrá otra ocasión", cuando en realidad tendríamos que haber dicho "es ahora o nunca". Y es que un día llega la vida y te da la vuelta, y mientras giras quizás duele, o te hace daño. Incluso puede que te hagas heridas, pero cuando por fin aterrizas ves las cosas de otra manera. 
¿Por qué no hacer las cosas cuando las queremos? Porque tenemos miedo, siempre hemos sido cobardes, siempre hemos desperdiciado oportunidades por el que dirán, por si sufríamos, o simplemente porque no era lo correcto. Nosotros somos nuestros mejores jueces, sólo nosotros tendríamos que decir ahora, porque sí, porque quiero. Y fijarnos en que en el envoltorio de aquel bolso de Michael Kors había un te quiero escrito a lápiz. O que en aquella cena en ese restaurante tan caro a él le temblaban las piernas porque quería hacerte feliz. 
Ojalá algún día nos demos cuenta de que hemos cambiado miles de sentimientos por cosas materiales, y que hemos desperdiciado recuerdos increíbles por miedo al que dirán. Ojalá algún día entendamos que valemos mucho más de lo que esta sociedad quiere hacernos creer y rompamos las cadenas que nos atan, porque entonces, podremos ser felices de verdad.