viernes, 19 de abril de 2013

Saltaron todas las alarmas.

Como jode tener una espina clavada y que no salga ni apretando. A veces la vida es tan puta que nos hemos curado de tanto espanto. Porque nos vemos y seguimos girando la cara, por miedo a encontrarnos frente a frente, cara a cara, por mirarnos a los ojos y ver que aún queda alguna llama. Pero en realidad no queda nada. Solo quedan perdones y promesas que se esfumaron con el viento todas las madrugadas que te esperé despierta, para ver si me hablabas. Ya ves, siempre he sido la idiota que te quiso de forma fugaz y rápida, pero intensa. 
Como jode, ¿eh? que hayamos hecho nuestras vidas sin formar parte de las nuestras, porque en realidad el nosotros se esfumó cuando quizás tú o quizás yo cruzamos la línea. En realidad nunca entendía nada, pero no me importaría quedar contigo para tomar un café y decirte que la vida ha sido puta pero que yo he sido más guapa. No te negaré que pensé en ti hace tiempo, que te lloré alguna noche y que te intenté borrar sin éxito, igual que alguien borra todos los archivos de su móvil porque sabe que en el ordenador tiene una copia. 
Ojalá en otra vida nos volvamos a encontrar sin rencores, tampoco sin amores, solo para contarnos que nos fue bien por separado y que juntos íbamos a ser un puto desastre. Quizás el desastre más bonito, aunque no lo creo, Nunca fuimos bonitos juntos, solo fuimos juntos sin en realidad estar unidos. 
Solo me queda tener el valor de mirarte a la cara y que me saques la espina, porque aunque fuiste tan fugaz, diste en el clavo y al igual que una de esas ferias americanas, saltaron todas las alarmas. 


"La última lágrima" se prometió.


Ha perdido el brillo en sus ojos, ya no es aquella loca enamorada de la vida. Se sienta en el suelo con una camisa ancha, la música como única compañera, quiere salir corriendo y no puede. Lleva ya varias noches quedándose dormida con lágrimas en la cara. Repasa todas las huellas que ha dejado por el camino, los que están, los que se fueron, los que ya no son los que eran, como cambia la vida en un pequeño segundo. Vuelve a la idea de gritar, de sacar la maleta del armario, meter una par de sudaderas, las deportivas y salir de allí, lejos, donde nadie la encuentre. Pero sabe que se muere  porque haya alguien al salir a la calle que la diga que se quede. Y no, no hay nadie.
Ser fuerte es la única opción válida, pero ni siquiera se tiene en pie, rasguños en las manos, le estalla la cabeza, fin del juego, el espejo de siempre, el maquillaje destrozado, la cara roja. El ruido del grifo, lavarse la cara, ningún rastro de una noche más unida a las ganas de volar lejos y empezar de cero, sin fallos, sin zorras, sin hijos de puta.
Cierra los ojos y sueña, sueña que está lejos, que todo va bien, que la banda sonora de su vida no tiene ni una nota triste y se duerme, "la última lágrima" se promete y sabe que es tan mentira que sonríe y para la música. Mañana será otro día.