miércoles, 22 de junio de 2016

El ser humano es masoca por naturaleza.

El ser humano es masoca por naturaleza, desde el primer minuto de su existencia, pues para dar signos de que está vivo, llora. 

Está claro que desde ese momento todo lo que pueda venir va a estar unido a las lágrimas. Claro está que pueden ser también de alegría, pero aún así siempre acabamos llorando, y en el fondo, aunque sea una de las mejores vías de escape que tiene el cuerpo humano, es bastante triste. 
Pero no solo somos masocas por el hecho de llorar, más o menos, dependiendo de las personas, lo somos en muchísimos más sentidos, como esa típica frase de 

"lo que más nos gusta o engorda o está prohibido"

Si sabes que está prohibido para que te gusta, evítalo, no caigas en tentaciones, huye. Pues no, nos quedamos ahí quietos mirándolo como si un día todo fuera a cambiar. 
Y quizás sí, puede que un día todo cambie, quien sabe, pero mientras tanto somos más los que damos mucho sin recibir casi nada a cambio y no aprendemos. De los que damos ocho oportunidades porque no creemos en eso de que a la tercera va la vencida, y así nos va, felices por fuera y rotos por dentro. ¿Y por qué? Por no saber poner punto y final a las cosas antes de que nos acaben destrozando completamente. 

Cada día estoy más convencida de que deberían dar clases para saber hacernos felices a nosotros mismos sin depender de nadie más, y que en realidad la vida no nos tendría que enseñar primero a como complacer al prójimo. Creo que desde que nacemos nos merecemos ser felices (casi) siempre, por nosotros mismos y ya si eso por los actos que nos ofrezcan el resto de personas. 


Está claro que la realidad nada tiene que ver con estas líneas, seguiremos dando más de lo que debemos por personas que sólo lo valoran cuando ya es tarde; pensaremos que la felicidad es cosas de dos, de tres o más, no de uno; estaremos convencidos de que llorar es de valientes, pero yo creo que es más valiente aquel que casi no llora porque ha sabido jugar bien sus cartas; y lo más importante, que es algo que siempre se nos olvida, tenemos que saber valorar las pequeñas cosas de la vida, ahí está la verdadera esencia de ésta.